Imagínate caminando por un túnel oscuro, largo y sinuoso. A medida que lo atraviesas, se vuelve más y más oscuro hasta que no puedes ver nada más que la oscuridad más absoluta que te rodea. Te sentirás diferente dentro de ese túnel, arrebatos emocionales repentinos, paranoia y ansiedad grave, por nombrar algunos. Así fue para mí en mi viaje por el TDAH. No sabía nada sobre el TDAH ni cuáles eran sus rasgos antes de mi diagnóstico. Si lo hubiera sabido antes, sin duda las cosas serían diferentes.
Como si caminara a ciegas para llegar al final de la lucha, al no estar diagnosticada siento que no tengo adónde ir, sino que tengo que seguir viajando y buscando el final del túnel. Y en cuanto comprendo mi situación, la luz al final del túnel se hace más brillante.
Durante todo este tiempo en que he estado a oscuras sin un diagnóstico, me ha resultado muy difícil gestionar mis sentimientos y emociones. Cada vez que algo no salía según lo previsto o sucedía algo inesperado, me sentía siempre derrotada.
Después de un diagnóstico de TDAH, todo tiene sentido. Me di cuenta de que todas las dificultades a las que me he enfrentado forman parte de mi viaje por el TDAH. Por fin entendí por qué mis relaciones no funcionaron, las aficiones que elegí interesadamente y que no duraron, y por qué mis emociones son siempre impredecibles.
Siento que puedo volver a la época en la que todo era nuevo para mí, con pleno conocimiento de lo que me pasa ahora. Me siento bien al tener algo que explica lo que siento y poder sobrevivir a todo ello.
Ahora que sé cuál es la causa de que todo no encaje en su sitio mientras estoy de viaje, volví la vista atrás a mis experiencias pasadas y obtuve conocimientos de ellas. Aprendí que el TDAH no es algo malo; es sólo un equipaje extra que tenemos que llevar y gestionar cómo lidiamos con él.
Algunos intereses sólo duran unos días o unos meses. Al principio, me entusiasmaba demasiado, pero a medida que pasa el tiempo, voy perdiendo el interés lentamente, y esto es completamente normal para una persona con TDAH.
La elaboración de presupuestos y la gestión del dinero son puntos débiles para la mayoría de las personas, especialmente para las que padecen TDAH. Más aún, organizar todo es una tarea enorme para personas como nosotros con la misma condición.
La procrastinación es la mayoría de las veces innata a los cerebros con TDAH. Hacer las cosas en el último minuto es normal, pero lo que es más importante, sigues haciéndolas aunque estés presionado por el tiempo.
El lugar donde más miro mientras busco mis gafas es *redoble* el espejo. Esto no tiene sentido, pero sé que la mayoría de las personas con TDAH se sienten identificadas.
No te presiones. Creo que esta es la lección más importante que he aprendido en mi viaje por el TDAH. Deja de menospreciar tus capacidades y de sentir que te estás quedando atrás. La vida no es una carrera, y el TDAH puede hacer que lo parezca, pero créeme, no lo es.